En esta actualización quisiera mencionar un asunto que está a la orden del día: el Tíbet y China.
La vida de los siervos tibetanos antes de 1949 era breve y durísima. Tanto los hombres como las mujeres trabajaban en las tareas más sacrificadas y en el trabajo forzado llamado ulag durante 16 o 18 horas al día… Debían entregar a los dueños el 70 % de la cosecha. No podían usar los mismos asientos, palabras ni utensilios que los dueños. No podían casarse ni salir de una finca sin permiso del amo. Los siervos y las mujeres eran considerados animales parlantes que no tenían derecho a mirar a la cara a los amos. El pueblo sufría constantemente de frío y hambre. Antes de la liberación no había en Tibes ni electricidad ni carreteras ni hospitales ni casi escuelas.
Las supersticiones extendidas por los monjes tibetanos les hacían oponerse a los antibióticos: “las enfermedades y la muerte se deben a los pecados y la única manera de prevenirlas es rezar y pagar dinero a los monjes.” Los feudales mantenían al pueblo en la incultura para mejor someterlo, en 1951 el 95 % eran analfabetos.
El Partido Comunista de China (PCC) se planteó un problema en relación al Tíbet: el tremendo atraso y la dominación feudal hacia imposible el estallido de una rebelión de los siervos sin ayuda exterior. Les mandó un mensaje con una propuesta: Si Tíbet se integrase en
Lógicamente los feudales no acogieron bien a los comunistas y conspiraron para intentar perpetuar su sistema de dominación. Ciertos monasterios se convirtieron en centros contrarrevolucionarios y en almacenes de armas que
El EPL (Ejército Popular de Liberación) tenía órdenes estrictas de respetar a la población. Los siervos se sorprendieron cuando fueron contratados por un sueldo para construir un camino que los conectase con las provincias centrales. Empezaron a llegar mercancías que mejoraron la vida de la población.
En marzo de 1959 se produjo una rebelión apoyada por
Tras la derrota el Dalai Lama huyó al exilio, a partir de 1964 figura en la lista de asalariados de
Muchos sectores occidentales denuncian públicamente a china por el supuesto “genocidio” contra el Tíbet, tales sectores son los que conceden premios Nóbel “de la paz” que poseen criminales de guerra como Henry Kissinger, Menahem Beguin y Simón Peres.
Aunque el budismo prohíbe la violencia y matar, el actual Dalai Lama ha apoyado la guerra de
Goza de una aureola de santidad y es considerado un dios, pero no es más que un instrumento eficaz del imperialismo. Lo que representa es una dictadura religiosa donde no existen derechos políticos. Muchos occidentales angustiados por la sociedad burguesa se sienten ilusamente atraídos por el misticismo lamaísta.
Las autoridades chinas le ofrecen abrir el diálogo a cambio de que él reconozca la pertenencia de Tíbet a
Con este texto no quiero dar la razón a una parte ni a la otra, simplemente que se hable conociendo los dos bandos, y que los medios de comunicación muestran lo que les interesa.