La familia de Pascual Duarte - Camilo José Cela  

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“La familia de Pascual Duarte” narra las desgracias que vive Pascual Duarte, escritas por él durante su estancia en prisión desde que es un niño hasta que muere. Pascual Duarte nació allá por principios del siglo XX en un pequeño pueblo de Extremadura.

Tanta tragedia en ciertos momentos se ve eclipsada por momentos de felicidad para el protagonista: el nacimiento de su hijo Pascualillo, cuando ve por primera vez el mar, incluso, en cierto modo, cuando finalmente acaba con la vida de su madre y logra respirar. La muerte de esta, de una certera cuchillada en el cuello, presenciada por su nueva esposa que su hermana le buscó al salir de prisión, le deparó la condena a pena de muerte. Pascual Duarte es ejecutado finalmente a garrote vil.

El libro pretende demostrar la tremenda influencia que tiene el entorno en el que se vive durante la infancia, es decir, si una persona ha nacido en un entorno pobre, falto de cariño, humilde, violento... y su destino le ha marcado ser una persona desgraciada, esta persona no podrá escapar de su pasado y vivirá eternamente en un infierno sin poder ascender a otro estatus. Y esto es lo que le pasa Pascual, que nació desgraciado, vivió desgraciado y murió desgraciado.

El narrador adopta una postura subjetiva, es el personaje principal, así que va contando todo lo sucedido según su perspectiva, y añade constantemente su opinión hacia los hechos acontecidos. El estilo del narrador no es coherente con la educación de Pascual, ya que estuvo muy poco tiempo en la escuela y es casi analfabeto, y en cambio la novela está escrita de forma culta y dirigiéndose al lector siempre de usted.
La narración altera el orden natural de los hechos. Utiliza un orden artificial porque cuenta primero el final y luego empieza a contar el relato desde el principio y, de vez en cuando, vuelve al momento del presente.

Hoy, Rey hasta en el blog  

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Ya que el señor rey se acuerda hoy de todos nosotros, en este blog vamos a ser más, y nos vamos a acordar de él y de toda su familia, haciendo todo lo contrario que Fernando VI:

Felipe V (1700-1746). Alternó períodos de lucidez (cada vez menos) con largos períodos de demencia. Se negaba a bañarse, afeitarse o cambiarse de ropa. Se emperró que estaba muerto y ordenó que lo metieran en un ataúd y lo enterraran vivo.

Fernando VI (1746-1759). Una de sus curiosas manías consistía en esforzarse en no cagar, para lo cual se sentaba en los pomos puntiagudos de las sillas antiguas de su habitación que utilizaba a modo de tapones.

Carlos III (1759-1788). Su gobierno fue de tal absolutismo que se le consideró un gobernante tirano. Reguló el vestido según categorías sociales. Excluyó como heredero a su primogénito Felipe por su imbecilidad notoria.

Heredó el trono su segundo hijo, Carlos IV, que era casi tan corto como su hermano mayor. Pero no era cuestión de ponerle demasiadas dificultades al destino de la patria. Acabó huyendo de España destronado por su propio hijo. Carlos pidió a Napoleón que mediara para recuperar el trono que su propio hijo le había usurpado. Y cuando recuperó el trono, entregó España a los Franceses.

Fernando VII Rey en 1808. Tras la expulsión de José Bonaparte, reinó nuevamente desde 1813 hasta su muerte, sin escrúpulos, vengativo y traicionero.

Alfonso XIII fue un rey golpista, que con la ayuda de Miguel Primo de Rivera dio un golpe de estado en 1923, tras muchos años de dictadura de mano de hierro se convocaron elecciones y la victoria republicana de 1931 hizo que el monarca abandonara el país apresuradamente y fue proclamada la II República.

El 29 de marzo de 1956 Juan Carlos I, estando de vacaciones en “Villa Giralda” con 18 años de edad y siendo un distinguido cadete de la Academia General Militar de Zaragoza, mató, estando sólo con él y en muy extrañas circunstancias, de un tiro en la cabeza procedente de su propia arma (un revolver calibre 22 regalo de Franco) a su hermano Alfonso, de 14 años, el preferido de su padre, don Juan de Borbón. Quien, según muchos políticos del entorno de éste, iba a ser elegido por Don Juan para sucederle en sus derechos dinásticos ante el proceder de Juan Carlos que ya en esas fechas manifestaba una irregular y perruna obediencia a Franco con vistas a acceder al trono saltándose a su propio padre. Nunca se llevó a cabo una investigación.

En 1969 juró como sucesor a título de Rey del Generalísimo, los principios del Movimiento y Las Leyes Fundamentales.



“la persona del Rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad” (artículo 56)

“La impunidad del Rey va más allá de la impunidad penal, supone que no se le investigue, que ni siquiera se hable de sus actividades irregulares o que presuntamente estén fuera de la ley…

Durante su reinado se ha enriquecido hasta convertir a su familia en una de las más grandes fortunas de Europa y del mundo.

Por todo esto, y mucho más, mi más sincero deseo al rey de Feliz próxima República!!!

Viñetas IV  

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Age of Empires II  

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Hoy traigo un post que, para aquellos que hayan pasado parte de su infancia con este gran juego, sentirán una gran nostalgia, o un mero recordatorio si aún siguen jugando. Es uno de esos juegos, que tod@s hemos tenido alguna vez, nos hemos viciado y hemos pasado horas delante de la pantalla, hablo del Age of Empires II.


Creo que a nadie le pasarán desadvertidas estas capturas de pantalla. Porque, ¿quién no se acuerda de esos sonidos tan peculiares del Age? Aquellos sonidos que te recordaban que te estaban atacando, o que había sido creado un aldeano, una unidad militar, una tecnología desarrollada, el sonido particular de cada edificio…

Ya podías montar una partida estándar, combate total, regicida, o jugar a las campañas, donde podías elegir entre Barbarroja, Wallace, Saladino, Juana de Arco…
Por no recordar todas esas partidas que comenzabas y a los cinco minutos, 4 de las 6 máquinas contra las que jugabas se retiraban por distintos motivos tan absurdos como: “mis aldeanos eran demasiado torpes como para recoger el alimento de las ovejas”.

Madera, alimento, oro y piedra…y siempre a hacer casas para que la población no se estancara. Y cuando montaras la economía, a construir galerías de tiro con arco, cuarteles, establos, talleres de maquinaria de asedio, castillos, muelles…y listo para empezar a sacar tropas: campeones, piqueros, ballesteros, arqueros a caballo, camellos, paladines, onagros, arietes, escorpiones, cañones de asedio…Y la unidad especial de cada civilización: catafracta (bizantinos), guerrero en trance y barco dragón (vikingos), huscarle (godos), elefante de guerra (persas), samurais (japoneses), chu ko nu (chinos), manguadi (mongoles), etc.

En definitiva un gran juego de estrategia que espero que todo el mundo recuerde al visitar este post. Aquí os dejo con la intro:


Los amos del mundo  

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(Artículo del escritor español Arturo Pérez-Reverte, publicado en 'El Semanal' el 15 de noviembre de 1998, y que ahora, diez años después, parece una visión de Nostradamus).



Usted no lo sabe, pero depende de ellos. Usted no los conoce ni se los cruzará en su vida, pero esos hijos de la gran puta tienen en las manos, en la agenda electrónica, en la tecla intro del computador, su futuro y el de sus hijos.

Usted no sabe qué cara tienen, pero son ellos quienes lo van a mandar al paro en nombre de un tres punto siete, o un índice de probabilidad del cero coma cero cuatro.

Usted no tiene nada que ver con esos fulanos porque es empleado de una ferretería o cajera de Pryca, y ellos estudiaron en Harvard e hicieron un máster en Tokio, o al revés, van por las mañanas a la Bolsa de Madrid o a la de Wall Street, y dicen en inglés cosas como long-term capital management, y hablan de fondos de alto riesgo, de acuerdos multilaterales de inversión y de neoliberalismo económico salvaje, como quien comenta el partido del domingo.

Usted no los conoce ni en pintura, pero esos conductores suicidas que circulan a doscientos por hora en un furgón cargado de dinero van a atropellarlo el día menos pensado, y ni siquiera le quedará el consuelo de ir en la silla de ruedas con una recortada a volarles los huevos, porque no tienen rostro público, pese a ser reputados analistas, tiburones de las finanzas, prestigiosos expertos en el dinero de otros. Tan expertos que siempre terminan por hacerlo suyo. Porque siempre ganan ellos, cuando ganan; y nunca pierden ellos, cuando pierden.

No crean riqueza, sino que especulan. Lanzan al mundo combinaciones fastuosas de economía financiera que nada tienen que ver con la economía productiva. Alzan castillos de naipes y los garantizan con espejismos y con humo, y los poderosos de la Tierra pierden el culo por darles coba y subirse al carro.

Esto no puede fallar, dicen. Aquí nadie va a perder. El riesgo es mínimo. Los avalan premios Nóbel de Economía, periodistas financieros de prestigio, grupos internacionales con siglas de reconocida solvencia.

Y entonces el presidente del banco transeuropeo tal, y el presidente de la unión de bancos helvéticos, y el capitoste del banco latinoamericano, y el consorcio euroasiático, y la madre que los parió a todos, se embarcan con alegría en la aventura, meten viruta por un tubo, y luego se sientan a esperar ese pelotazo que los va a forrar aún más a todos ellos y a sus representados.

Y en cuanto sale bien la primera operación ya están arriesgando más en la segunda, que el chollo es el chollo, e intereses de un tropecientos por ciento no se encuentran todos los días. Y aunque ese espejismo especulador nada tiene que ver con la economía real, con la vida de cada día de la gente en la calle, todo es euforia, y palmaditas en la espalda, y hasta entidades bancarias oficiales comprometen sus reservas de divisas. Y esto, señores, es Jauja.

Y de pronto resulta que no. De pronto resulta que el invento tenía sus fallos, y que lo de alto riesgo no era una frase sino exactamente eso: alto riesgo de verdad.

Y entonces todo el tinglado se va a tomar por el saco. Y esos fondos especiales, peligrosos, que cada vez tienen más peso en la economía mundial, muestran su lado negro. Y entonces, ¡oh, prodigio!, mientras que los beneficios eran para los tiburones que controlaban el cotarro y para los que especulaban con dinero de otros, resulta que las pérdidas, no.

Las pérdidas, el mordisco financiero, el pago de los errores de esos pijolandios que juegan con la economía internacional como si jugaran al Monopoly, recaen directamente sobre las espaldas de todos nosotros.

Entonces resulta que mientras el beneficio era privado, los errores son colectivos, y las pérdidas hay que socializarlas, acudiendo con medidas de emergencia y con fondos de salvación para evitar efectos dominó y chichis de la Bernarda. Y esa solidaridad, imprescindible para salvar la estabilidad mundial, la paga con su pellejo, con sus ahorros, y a veces con su puesto de trabajo, Mariano Pérez Sánchez, de profesión empleado de comercio, y los millones de infelices Marianos que a lo largo y ancho del mundo se levantan cada día a las seis de la mañana para ganarse la vida.

Eso es lo que viene, me temo. Nadie perdonará un duro de la deuda externa de países pobres, pero nunca faltarán fondos para tapar agujeros de especuladores y canallas que juegan a la ruleta rusa en cabeza ajena.

Así que podemos ir amarrándonos los machos Ése es el panorama que los amos de la economía mundial nos deparan, con el cuento de tanto neoliberalismo económico y tanta mierda, de tanta especulación y de tanta poca vergüenza.

La Navidad es mentira  

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La navidad, esa gran farsa planificada para el más puro consumismo, esa mentira que pretende engrosar el capitalismo bajo la máscara de la felicidad, la religión y la tradición. Máscara que sirve para desembolsar grandes sumas de dinero con la justificación de crear ese clima navideño, con divertidas lucecitas de colores que quieren animar la ciudad por un período de tiempo cada vez más prolongado, pronto tendremos las luces y los anuncios, y los anuncios, y otra vez los anuncios a cuatro meses de las fechas. Parece ser que necesitamos que se nos imponga la felicidad para podernos desarrollar como algo más cercano a la sociedad, pero en verdad se puede llegar a conseguir todo lo contrario, y muy fácilmente.

¿Para que invertirías una gran cantidad de dinero?

a) Para intentar acabar con el hambre en el mundo
b) Para mejorar la vida social de los ciudadanos
c) Para llenar la ciudad de lucecitas y derrochar energía

Pues la mayoría de los encargados de este tema navideño, obviamente eligen la última respuesta, pensarán que es más productivo, y posiblemente sean los que luego se quejen del tema energético, pero no importa si han adornado bien la ciudad.

Luego tenemos el absurdo debate entre Papá Noel y Los Reyes Magos, el primero modificado por Coca-Cola, una marca con un espíritu navideño “impresionante”, y los otros creados por la religión de la que todo el mundo parece ser tan seguidora en las fechas señaladas. Y ahora me pregunto, ¿si uno de verdad no cree en las religiones, porque se celebra algo que conmemora precisamente a estas?, es un tanto chocante.

Y no puede faltar nunca el Mensajito Navideño del pamplinas del rey, que todos los añitos ocupa sus minutos en la televisión, donde todas las cadenas retransmiten el tan importante evento nacional, con el que pretenden…¿Qué pretenden?, ¿felicitar unas navidades para un pueblo y un estado que supuestamente es laico? Pues ya que se pone que felicite también al resto de culturas que celebren sus fechas señaladas en otro momento del año.

Lo único que me gustaría con este artículo sería que cada uno se preguntara así mismo si realmente nos tienen que imponer una fecha para crear ese clima de sociedad, si debemos celebrar algo en lo que posiblemente no creemos, si en estas fechas debemos actuar como verdaderos hipócritas, que es el estado que impera en la sociedad, y no eso que llaman “felicidad”.